La ciudad se encuentra estrechamente vinculada con la cultura, las costumbres, la sensibilidad, el aspecto físico y el movimiento de cada región. Por esta razón, cuando pensamos en la ciudad, automáticamente nos vemos obligados a reflexionar sobre su complicada y confusa relación con cada uno de estos aspectos. Inmediatamente tratamos de entender como se conecta con quienes la habitan, con sus edificaciones y su orden.
La ciudad es transformable, necesita de los habitantes para ser creada e inventada. Estos son incentivados, principalmente desde su naturaleza esteta, a intervenir, relacionarse, expresarse y apropiarse de ella, dándole un sentido y una forma, tanto estructural, como imaginaria.
Debido a esta intención del habitante de crear, ordenar, transmitir sus sentimientos e ideas, de adueñarse de la ciudad, como principal resultado de su necesidad artística, hace que la misma solo sea posible por su existencia y participación, es decir, tanto la elaboración de ciudad, como la formación del ciudadano son factores que se encuentran estrictamente ligados.
Al participar de la ciudad, de su estructura y guiándose por su sensibilidad, el ciudadano imagina, visualiza los cambios que desea realizar en ella, la idealiza, desarrolla en su mente la ciudad ideal, a partir de la cual, construye y da forma a la ciudad real.
En otras palabras, el ciudadano va convirtiendo poco a poco la ciudad soñada en algo visible, corpóreo mediante la elaboración de pequeñas variaciones en ella.
Este proceso mediante el cual se da forma a la ciudad, se construye y se transforma por la acción del ciudadano, es consecuencia de la necesidad del mismo de apropiarse, actuar, desenvolverse, educarse, evolucionar en ella, y por tanto, modificarla constantemente.
La ciudad se mantiene en movimiento, cada momento, cambio y acción que el ciudadano efectúa, será parte de esta para siempre, de su significado, su sentido.
Por esta razón, es deber de los habitantes comunicar y transmitir la escancia de la ciudad, sus innovaciones, movimientos, sus recuerdos, sentimientos e ideas que circulan por ella; hacer ver que sus cambios, son los mismos que cada ciudadano sufre. Ciudad y ciudadano se complementan, se desarrollan mutuamente.
La ciudad es transformable, necesita de los habitantes para ser creada e inventada. Estos son incentivados, principalmente desde su naturaleza esteta, a intervenir, relacionarse, expresarse y apropiarse de ella, dándole un sentido y una forma, tanto estructural, como imaginaria.
Debido a esta intención del habitante de crear, ordenar, transmitir sus sentimientos e ideas, de adueñarse de la ciudad, como principal resultado de su necesidad artística, hace que la misma solo sea posible por su existencia y participación, es decir, tanto la elaboración de ciudad, como la formación del ciudadano son factores que se encuentran estrictamente ligados.
Al participar de la ciudad, de su estructura y guiándose por su sensibilidad, el ciudadano imagina, visualiza los cambios que desea realizar en ella, la idealiza, desarrolla en su mente la ciudad ideal, a partir de la cual, construye y da forma a la ciudad real.
En otras palabras, el ciudadano va convirtiendo poco a poco la ciudad soñada en algo visible, corpóreo mediante la elaboración de pequeñas variaciones en ella.
Este proceso mediante el cual se da forma a la ciudad, se construye y se transforma por la acción del ciudadano, es consecuencia de la necesidad del mismo de apropiarse, actuar, desenvolverse, educarse, evolucionar en ella, y por tanto, modificarla constantemente.
La ciudad se mantiene en movimiento, cada momento, cambio y acción que el ciudadano efectúa, será parte de esta para siempre, de su significado, su sentido.
Por esta razón, es deber de los habitantes comunicar y transmitir la escancia de la ciudad, sus innovaciones, movimientos, sus recuerdos, sentimientos e ideas que circulan por ella; hacer ver que sus cambios, son los mismos que cada ciudadano sufre. Ciudad y ciudadano se complementan, se desarrollan mutuamente.
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